Nunca olvidaré aquel comentario de un vecino de la infancia en mi querido Santos Lugares. Yo vivía en la calle Porvenir -buen nombre para la Argentina- y era un chicocuando aquel vecino, aguerrido simpatizante peronista, quería convencerme de los beneficios de defender a ese presunto padre de la patria o primer trabajador como dice el cántico peronista. En ese letra, cuyo estribillo es Perón, Perón, qué grande sos,asoma un culto al personalismo que incluso en esos años precoces me generaban ruido. Aquel Santos Lugares, mi tierra natal, está lleno de historias fascinantes que van desde su fundación: le debe el nombre a que allí se había instalado conventos de los Padres Mercedarios y Franciscanos. Otra versión señala la existencia de un cementerio de guerra. Allí durante el rosismo fue ejecutada Camila O’Gorman acusada de haberse enamorado de un cura. Eso ocurrió en julio de 1825 cuando la joven argentina protagonizó una trágica historia de amor durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas. La pareja fue perseguida,descubierta y entregada al Gobierno, que decidió su fusilamiento. A cuadras de ese lugar también vivió el gran Ernesto Sábato. El escritor eligió lo eligió para vivir cuando dejó el Instituto Balseiro en Bariloche. Por esos años, Sábato se alejaría de las ciencias duras de la física para adentrase en la sensibilidad de su escritura, en su compromiso con la época formando parte de la CONADEP (la Comisión que investigó los crímenes de la última dictadura militar). La vida de Sábado residió en esos Santos Lugares e incluye la magia de su obra artística, esos cuadros surrealistas y dolientes que aún permanecen en la Casa Museo de la calle Langeri. Dicen que Sábato eligió ese lugar en el mundo por dos sencillas razones: le hacían acordar a su Rojas natal y estaba bien cerca, lindante con la CIudad de Buenos Aires que lo convocaba de manera permanente. Recuerdo verlo caminar al costado de la vía, alrededor de esos eucaliptos que bordean y decoran los Talleres Alianza, de una Argentina ferroviaria y pujante que soñaba con un futuro que no fue. A metros de esos eucalíptus vivía junto a mis padres Hugo y Mary (vaya un saludo y agradecimiento a ellos en donde se encuentren, seguro en el mejor de los cielos). En esa cuadra, tenía dos grandes amigos cuyos padres representaban la síntesis de la Argentina de siempre del siglo XX y XXI: Unos eran ultraperonistas; los otros radicalmente antiperonistas. Y ahí estaba yo en el medio,de los unos y los otros, con unos diez años, visitando una y otra casa de mis amiguitos y escuchando desde muy temprano esas ideas raras y contradictorias. En ese contexto, nunca olvidaré la frase del padreperonista que me dijo: “el problema de la Argentina son los intermediarios (..) esos se quedan con una parte de lo que corresponde a los fabricantes y encarecen los productos que consume el pueblo”. Al final de la charla le pregunté a qué se dedicaba y me dijo: “Soy corredor, ,intermediario de una empresa de neumáticos, vendo a los comercios lo que el fabricante me da”.