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Daniel «Pipi» Piazzolla: «la clave del arte está en la libertad»

A cien años del nacimiento de Astor Piazzolla, el artista que celebra el mundo, Daniel su nieto y heredero de su talento, revela los detalles desconocidos del legado familiar. Su formación en Estados Unidos y los recuerdos no revelados de Astor cuando fue parte de una pandilla en Nueva York.

Te escuché en varias notas hablar del encanto, del amor que permanece por tu abuelo. Por el contrario, y refutas cuando te preguntan si te pesa el apellido, ese tipo de cuestiones, vos remarcas lo contrario. Pero igual quiero centrarme en tu historia, pero por supuesto hacerte esta pregunta que no podemos pasar por alto.

– La verdad que sí, para mí es un gran orgullo ser un Piazzolla, a mí me encantan los desafíos desde chiquito. Soy medio así capitán de equipo, siempre me gustó hacerme cargo, y bueno este era otro desafío, que me encanta. Sobre todo, al ser músico, y que tu abuelo sea encima tu ídolo. Mi abuelo es mi ídolo suena raro, pero es el ídolo del noventa por ciento de los músicos del planeta, entonces no iba a ser distinto para mí, si yo soy músico. La verdad que tocar su música es increíble, también su legado, leer sus biografías. Yo tuve la suerte de tenerlo en persona hasta los veinte años, acompañarlo a todos los shows y todo eso, y ver su actitud hacia la música es una enseñanza que a mí me quedó y que es diferente también a lo que podés aprender en una escuela. Son cosas que podés ver en una biografía de Miles Davis, realmente te tenés que meter adentro del personaje para que eso te motive a vos tomarte la música de esta manera. Bueno a mí me vino por el lado familiar, y obviamente que las veinte biografías que salieron de mi abuelo me las leí todas, y siempre descubrís algo, porque uno no sabe todo del abuelo. Imagínate que no sea Piazzolla, no sabes todo, yo no sé todo. Del papá de mi mama, de mi abuelo Alfredo, el “nono”, no sé muchas cosas, y bueno vas descubriendo. Siempre todo relacionado con el trabajo, el esfuerzo, la pasión, vender todo para grabar un disco. O sea que grabar y hacer proyectos nuevos sea el objetivo principal en tu vida, y bueno todo eso lo aprendí, y practico mucha cantidad de horas diarias hace más de treinta años, trato de estar en forma. Escalandrum no se parece a nada, mi trio tampoco, y creo que bueno ese legado creo que es lo más fuerte que me llegó, y trato de seguir.

Muy lindo lo que contás. Me quiero detener en el ámbito donde vos te crías, porque te escuché conduciendo la Fundación Konex a partir de la Fundación Piazzolla, el espectáculo virtual. Me llamó la atención que condujeras, que es otro rubro, si bien está ligado, pero es otro rubro en el que las palabras pesan, porque uno tiene que ser preciso, no tiene que abundar en palabras para, a la vez, conectar con la gente, que entienda de qué va, en este caso el espectáculo. Esa cuestión con la comunicación, ¿son partes del ámbito donde vos te criaste? Digamos, ¿se respiraba ese mundo cultural-musical pero que iba más allá estrictamente del tango? Por decirlo de algún modo inicialmente, aunque Piazzolla fue mucho más que tango claramente.

– Sí, siempre hubo como una expansión. En mi casa se escuchaba mucho Piazzolla cuando era chiquito porque mi papa tocaba con mi abuelo en los 70’, eso fue buenísimo para mí porque pude ver ensayos, conciertos, más yendo así con mi papa de la mano. Siempre en casa se escuchaba jazz, música clásica, y todo ese tipo de música. No se escuchaba lo que se escuchaba en la radio, prácticamente. Después con respecto a la locución que hice en experiencia Piazzolla, este festival tan lindo que se hace cada dos años en la Ciudad Cultural Konex, siempre tengo algo que decir. Desde chico cuando tocaba en los conciertos, yo escuchaba hablar al líder y yo me moría de ganas de decir algo, pero bueno, obviamente como está hablando el líder, no hablo. En una época empecé a hablar, en todos los shows, y se me hizo natural. Igualmente, lo de este streaming que hicimos, que fue streaming por la pandemia, ahora se va a hacer real en septiembre de este año, fue una situación muy especial, fue algo que yo ofrecí, “miren si quieren presento”, a veces lo hago, pero no es lo que más me gusta hacer en la vida. No me gusta la tele ni el nervio de los productores, todo eso me hace mal, que estén todos apurados. Ahora en el Teatro Colón he presentado varios conciertos, pero lo hago cuando tengo algo que decir, sino prefiero no hacerlo.

– Lo vi y te vi, de hecho, creo que en unos de los conciertos hiciste una alusión en la cual te podías explayar. Creo que al hablar de la cultura o de la historia, y vi que te frenaste para no ocupar más espacio.

– Sí, me dijeron: “por favor que sea corto porque no nos podemos pasar de la hora y media, y el show dura una hora y medio”.

Claro, ahí tenés a los productores interviniendo. A ver si la metáfora ayuda, tal vez vos seas una expresión de distintos aspectos, que por un lado te vienen de tu padre, de tu abuelo, pero que también te son propios. Por ejemplo, el elegir la batería, está muy buena Escalandrum, pero, además, digo, para vos también ha sido algo muy propio porque me parece que, en eso, las similitudes y las diferencias con el resto del tronco familiar, que cada uno tenemos y que hacen a nuestra propia vivencia y experiencia como individuos, ¿o no?

– La verdad que sí. Por suerte, en mi familia te dejan elegir. Siempre te dejaron el elegir. El leitmotive es que hagas lo que te gusta, ¿no? Y si no te va bien te bancamos entre todos hasta que te vaya bien. Es una filosofía de vida que creo que tenés que ser parte de una familia artistas para que sea de manera natural. Porque tal vez en otros entornos es un poco más complicado. Yo también tuve a mi familia con mucho miedo por querer dedicarme a la música y “¿uy que va a pasar? ¿te va a ir bien? Mira a tu abuelo solamente los últimos cinco años de vida pudo disfrutar de un bienestar, tu papa tuvo que poner un restaurant”. Bueno, el miedo está, pero te bancan. Con respecto al instrumento, yo estudiaba plano clásico de chico, muchos años, y empecé a ir a la cancha con un amigo, a los catorce años, y ahí vi una murga por primera vez. Porque acá era el año 84’, no había murga en las plazas, estaban prohibidos los carnavales, era una época oscura. Veo eso por primera vez en una cancha, en la cancha vale todo, cuarenta bombos, tambores, platillos, y cuarenta mil personas cantando a la vez, me pareció una experiencia gutural,de película tipo “Gladiador”, así que no lo podía creer a los catorce años. Y ahí, en el tema del ritmo me empecé a meter, empecé a hacer ritmos en la mesa, en la escuela, en todos lados, hasta que un día veo un solo de batería, y me doy cuenta que estaban todos los elementos de la murga en un solo instrumento, y ahí me volví loco y arranqué. Por suerte con un gran maestro, que es el “Oso” Picardi, y bueno, mi abuelo, que, al año y medio de estudiar, que yo no me podía comprar la batería, porque estábamos pasando una muy mala situación económica en casa, mi abuelo me regaló la primera batería. Y me dio unos consejos que fueron muy buenos, como que la batería fue inventada con el jazz, entonces tengo que aprender a tocar jazz, que es clave ver de dónde viene un instrumento y para que fue diseñado en un principio, para después tocar con más autoridad otros estilos. Ese tipo de consejos, mi maestro también me inculcó mucho escuchar jazz. Bueno y ahí, en los 90’ hice un montón de cosas, toqué con Lito Vitale, Las Sabrosas Zariguellas, Daniel Maza Trio, el Grupo Alianza, que era el grupo de Barilari cuando se terminó Rata Blanca. O sea, estilísticamente muy diverso, bandas de salsas, de todo hasta que el 2000’ me focalice bien en el jazz, donde vi que era un estilo donde no tenías que sonar a otro. Porque, por ejemplo, en el pop o en el rock, por lo general los productores tienen una idea en la cabeza, y te manipulan a vos a tocar de determinada manera, o a que afines la batería de determinada manera, o que la letra sea más corta, o que el tema tiene que durar dos minutos, 200 millones de reglas. Eso en el jazz no existe, y a mí me parece que la clave del arte está en eso, en la libertad. A partir de ahí pude encontrar mi voz, más o menos en el año 2000’, y encima formé Escalandrum, y bueno, empecé a tocar con Juan Cruz de Urquiza, Guillermo Klein, Richard Nant, Paquito D’Rivera en Estados Unidos, Pablo Aslan en Estados Unidos, un grupo de Estonia muy bueno con Bil Uviestky, Tit Kanukte, con un trio de Rusia. Me fui en febrero a tocar a España con Federico Lechner, un pianista increíble de allá, así que bueno ahí empecé a encontrar mi lugar, y bueno, sigue en desarrollo, pero todo el bagaje multiestilistico que hice previamente, me ayudó muchísimo también obviamente para ir de a poco teniendo mi propio estilo. Yo digo de a poquito porque es algo muy difícil tener tu propio estilo, pero bueno, los oyentes ya me dicen medio como que lo tengo, pero bueno, la idea es no creérsela y seguir con todo.

Entrevista completa en el link:

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